6 de julio: Concentración en Subdelegación del Gobierno a las 12h. C/ Mallorca 278 con Roger de Llúria.
Las reformas laborales de los gobiernos de Rajoy y Zapatero, después de 2 años del gobierno supuestamente progresista del PSOE y Unidas-Podemos, no han sido derogadas ni modificadas sustancialmente. Esto significa que las empresas siguen disponiendo de las mismas herramientas para precarizar el empleo y que les permiten seguir destruyendo puestos de trabajo a toda máquina. Todo ello en medio de un clima de desmovilización más que preocupante.
Lejos de mejorar la calidad de vida de las personas trabajadoras, las reformas laborales han “atornillado” un mercado laboral basado en la subcontratación, la especulación y la temporalidad. El trabajo estable es ya casi una quimera y, lejos de acabar con el paro, la estabilidad laboral se ha convertido en periodos continuos de intermitencia.
Además, no podemos pasar por alto que esta precarización del mercado laboral ha representado un incremento de la siniestrabilidad laboral hasta llegar a unos niveles inaceptables. En un año en el que la pandemia ha obligado a muchas personas trabajadoras a permanecer confinadas en casa o teletrabajando se han producido más de 220.000 accidentes laborales y 650 muertes. Catalunya es la segunda comunidad con más fallecimientos y no olvidemos las secuelas de minusvalías y discapacidades provocadas por estos accidentes. La administración autonómica cuenta con sólo 108 inspectoras e inspectores de trabajo para todo el territorio y cubrir a casi 3,5 millones de personas trabajadoras y más de 600.000 empresas.
Por eso entendemos que es necesario derogar las dos reformas al completo: Para evitar abusos como los despidos masivos una vez finalizados los ERTE de la pandemia, las indemnizaciones de miseria en caso de despido, el incremento galopante de la temporalidad, el desmantelamiento de la negociación colectiva, la falta de supervisión por parte de la autoridad laboral en caso de Expedientes de Regulación de Empleo, así como la rebaja en cuanto a sus requisitos y, como hemos mencionado, reducir la alta siniestrabilidad laboral.
Las modificaciones anunciadas, también de carácter muy puntual y claramente insuficientes, no van a conseguir curar la “anemia” generalizada que venimos arrastrando. Por eso es imprescindible que volvamos a tomar las calles, que lancemos un mensaje claro y rotundo y que demostremos que, la clase trabajadora de este país, no se pliega ni a las promesas incumplidas de unos ni a las amenazas de la otra parte.
Hay que exigir a la administración estatal una derogación total de las dos reformas laborales y a la Generalitat de Catalunya un incremento de recursos humanos y materiales para hacer frente de forma ágil y contundente a la lacra de los accidentes laborales.
Exigimos la retirada de las reformas laborales y unas condiciones dignas y justas de trabajo.
¡Las personas antes que el capital!
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