En España aún muchas personas tienen la falsa creencia de que con nuestro sistema electoral los votos en blanco son sumados al partido que obtiene más votos, algo totalmente falso.
Sin embargo, pese a que estos votos no son sumados a ningún partido, pueden llegar a “favorecer” a uno u otro partido dependiendo de algunas circunstancias.
La Ley Orgánica 5/1985 del 19 de Junio del Régimen Electoral recoge lo siguiente:
Voto Nulo
El voto nulo es un voto defectuoso, mal hecho. Estos votos no son sumados a ningún partido ni tampoco sumados al total de votos de la circunscripción. Por tanto, al no tener en cuenta para nada no se puede decir que favorezcan o beneficien a un tipo determinado de partido.
Voto Blanco
En España para que un partido entre en el reparto de escaños de una circunscripción electoral debe tener al menos entre el 3% – 5% de los votos de esa circunscripción. A este porcentaje se le llama “corte” (normalmente es el 3%, pero alguna Comunidad Autónoma lo ha elevado al 5%). Los partidos que no obtienen al menos ese porcentaje mínimo de votos se eliminan.
Cuando aumentan los votos también aumenta el porcentaje de corte necesario para conseguir el reparto. Los partidos pequeños no tienen tantos votantes, por lo que suelen quedarse fuera, beneficiando a los mayoritarios, que tienen menos opositores.
Abstención
La abstención es simplemente el hecho de no ejercer el derecho al voto. Como no se puede saber si es por comodidad o como protesta, los partidos lo usan a conveniencia “Ha llovido”, “ha hecho bueno y se fueron a la playa”.
Al no acudir a votar no hay votos que sumar a ningún partido ni al total, por lo que directamente no afectan a los resultados (sin embargo, en España está comprobado que altas tasas de abstención suelen beneficiar a la derecha).
Ejemplo práctico:
En un hipotético país llamado Españistan se sigue la misma Ley Electoral que se aplica en España con las siguientes características:
- Personas con derecho a voto: 20.000
- Personas que han votado: 10.000
- Personas que se han abstenido: 10.000 (50% )
- Escaños a disputarse: 40
- Porcentaje de “corte”: 6%
Los 10.000 votos han quedado repartidos de la siguiente manera, con su porcentaje al lado:
Partido A: 4.000 votos – 40%
Partido B: 3.500 votos – 35%
Partido C: 1000 votos – 10%
Partido D: 550 votos – 5,5%
En blanco: 950 votos – 9,5%
El Partido D no ha llegado al corte, sintiéndolo mucho por ellos, no ha alcanzado ese 6% y se quedan fuera del reparto de escaños.
¿Y qué pasa con el voto en blanco? Pues pasa que sí que se cuenta su 9,5%, porque es un voto válido y así está contemplado en la Ley Electoral general, pero no computa, esto es, no entra en la segunda fase, en la del reparto de los escaños, aún cuando pase del 6%.
El Parlamento con 40 escaños y 8500 votos computables (ya no son 10.000) quedará así:
Partido A: 4.000 votos 19 escaños.
Partido B: 3.500 votos 17 escaños.
Partido C: 1000 votos 4 escaños.
¿A cuantos votos les sale el escaño a cada partido? Lo sabremos al dividir los 8500 votos entre los 40 escaños, de lo que nos da un resultado de 212 votos.
* Primera lectura que podemos hacer de los resultados: hay un partido de Bananaria que ha sacado 550 votos y no ha obtenido ningún escaño, cuando el escaño sale a poco más de 200 votos, injusto, ¿verdad?
Si en vez de votar en blanco se hubieran abstenido. Restado el 9,5% y con unas simples reglas de tres obtenemos un resultado que nos deja lo siguiente:
Partido A: 44%
Partido B: 39%
Partido C: 11%
Partido D: 6%
¡Sorpresa! El Partido D entra ahora en el reparto, ha llegado al 6% y le corresponden 2 escaños.
* Segunda y principal conclusión: El voto en blanco que se dio en la primera hipótesis fastidiaba claramente a un partido pequeño y beneficiaba a los partidos más votados. En la segunda hipótesis, los descontentos políticamente correctos votantes en blanco se lo pensaron mejor y decidieron quedarse en casa. Y gracias a esa decisión de última hora en el Parlamento de Bananaria hay cuatro fuerzas políticas en lugar de tres. ¿Curioso verdad?
Piensen ahora los que votaron en blanco en tantos y tantos comicios, cuantos escaños le habrán quitado a partidos minoritarios para dárselos a partidos grandes. Se entiende así mejor por qué casi nadie se molesta en explicar este detalle y a ningún partido de los grandes preocupa ni parece molestar esta opción de voto descontento.