1 MAYO 2022

1 MAYO 2022

Lo que se había prometido como la solución a los problemas de la clase trabajadora no ha supuesto más que una nueva decepción y enorme fracaso: la nueva reforma laboral supone la definitiva legitimación y consagración, por parte del autodenominado gobierno más progresista de la historia, de los aspectos más lesivos que ya se avanzaron en las reformas laborales de 2010 (gobierno Zapatero) y 2012 (gobierno Rajoy).

Entre otras cuestiones continúan los mecanismos que facilitaban los despidos (no se recuperan indemnizaciones ni los salarios de tramitación), se quedan las razones intangibles de las previsiones económicas (pérdidas previstas o futuras) para poder realizar despidos colectivos o la no intervención de la autoridad laboral en los ERE. De los convenios de empresa sólo se garantiza la igualdad salarial, pero no el resto.

Y en materia de subcontratación habrá que lucharla en los juzgados, sin duda alguna, ya que no se da una solución clara a los que realizan el mismo trabajo, pero no reciben el mismo salario. Mientras, el coste de la vida sigue encareciéndose a toda velocidad, sin que las rentas de la clase trabajadora crezcan al mismo ritmo. En algunos casos, con la complicidad activa de los sindicatos mayoritarios. En otros, por culpa de una pasividad estudiada por parte de lo que gobiernan.

Bienes de primera necesidad llegan a su precio récord un mes detrás de otro. Ni los salarios ni las rentas básicas tienen una actualización que se equipare al encarecimiento del coste de la vida. En todos los frentes podemos observar lo mismo: pensiones que no se revaloran, convenios que se quedan congelados… Ahora, además, cuando apenas hemos empezado a pagar las consecuencias de la Covid-19 se avecinan las de la guerra de Ucrania. El sistema capitalista ya ha puesto a funcionar su maquinaria para que de nuevo seamos las trabajadoras y trabajadores quienes asumimos los sacrificios y lo harán como siempre, con la complicidad de los sindicatos mayoritarios, que sin duda nos venderán una vez más, como ya lo han hecho con las reformas laborales, con el llamado Pacto de Rentas.

A la CGT ni la harán creer ni la harán callar, por más operaciones propagandísticas que lleven a cabo lo que prometían asaltar el cielo. Las conquistas sociales se consiguen en la calle y no en las urnas. Las verdaderas conquistas sociales, las que suponen una verdadera transformación, no han surgido nunca de un pacto entre oligarquías.

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