LAS TRABAJADORAS GRIEGAS SE ENFRENTAN AL CAPITALISMO

LAS TRABAJADORAS GRIEGAS SE ENFRENTAN AL CAPITALISMO

         Los dueños, en quiebra, huyeron y los trabajadores son ahora los dueños de la fábrica. No hay jerarquías y todos tienen el mismo salario

   En el punto más alto de la crisis griega en 2011, los dueños de la empresa Viome estaban en quiebra y habían abandonado la fábrica. Las trabajadoras, para no quedarse en paro en plena crisis, decidieron ocupar su propia fábrica.

   Para empezar, no hay jefes. No hay jerarquía y todo el mundo tiene el mismo sueldo. Todo el mundo se reúne a las 7 de la mañana para tomar un café griego negro y hablar sobre lo que hay que hacer. Es en ese momento cuando se reparten las tareas. Y, sí, se turnan para limpiar los baños.

   A ver si nos entra en la cabeza. Un puñado de hombres y mujeres de mediana edad que han pasado toda su carrera recibiendo órdenes a modo de ladridos sobre lo que tenían que hacer y cuándo hacerlo han tomado el control de su lugar de trabajo y de su futuro laboral. Se han convertido en sus propios jefes. E inmediatamente se han alineado a los principios de la máxima igualdad posible.

   Dimitris Koumatsioulis recuerda: “Antes solo hacía una cosa y no tenía ni idea de lo que hacía el resto. Ahora todos estamos unidos. Hemos olvidado el concepto de ‘yo’ y podemos funcionar colectivamente como ‘nosotros’”.

   El otro gran cambio se ha producido entre la fábrica y sus vecinos. Cuando los trabajadores “recuperaron” su lugar de trabajo, solo lo pudieron conseguir con la ayuda de los residentes de la ciudad. Cada vez que llegaban los representantes de los antiguos dueños para requisar el equipo de la fábrica, tal y como les había permitido un tribunal, centenares de residentes formaban una cadena humana en frente de la fábrica. cuando cae la noche, uno de los trabajadores se queda de guardia por si acaso vuelve el antiguo dueño.

   Cuando los trabajadores preguntaron a la comunidad local qué deberían empezar a producir, una solicitud era dejar de hacer productos químicos de construcción. Ahora fabrican en su mayoría jabón y detergentes ecológicos: más limpio, más verde y más agradable para el olfato de sus vecinos.
   Además, el sistema sanitario griego se ha destruido por los recortes en el gasto, por lo que solidariamente se han entregado las oficinas a médicos para convertirlas en una clínica para trabajadores y vecinos.

   Makis Anagnostoy habla de cómo su fábrica es la prueba de que “una economía alternativa es posible”, creándose un fuerte vínculo de lealtad entre los trabajadores y su comunidad.

   Donde el Estado ha colapsado, el mercado se ha quedado corto y los jefes han huido, estos 26 trabajadores están intentando llenar el vacío. A estas personas les ha fallado el capitalismo; y ahora rechazan el capitalismo en sí mismo como un fracaso.

Fuente: Eldiario.es

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