Años de peticiones estériles al ayuntamiento, regidores de barrio e incluso a los centros cívicos politizados (allí donde existan) que obtienen como respuesta los consabidos “ya lo estudiaremos” o “no os preocupéis, yo me encargo”, promesas que nunca llegan.

Así pues, los barrios vivos, reivindicativos, cansados de esperar y esperar mientras tienen que ver con gran dolor como se degrada su hogar, como aumenta la necesidad de infraestructuras, mejoras en las calles y parques, testigos impotentes del aumento de la delincuencia, el analfabetismo social y de la marginalidad, terminan organizándose al margen de esas instituciones que los han abandonado. Se autogestionan como pueden y con lo que tienen, creando una gran red que forma un tejido social de solidaridad y apoyo mutuo. Renegando del sistema establecido que les ha dado la espalda se ponen manos a la obra:

• Se necesita una plaza: Salen con picos y palas al solar abandonado y lo transforman.
• Se necesita una biblioteca: Recogen libros usados y ocupan aquella fabrica que lleva décadas abandonada y que es de titularidad de la Generalitat (a veces ni se sabe a quien pertenece) que se ha convertido en un nido de drogadictos y prostitución y la transforman.
• Se necesita un centro social: Ocupan ese local en estado ruinoso, lo restauran y lo transforman en un lugar donde la juventud puede reunirse para intercambiar ideas y dar rienda suelta a la imaginación y creatividad, en vez de vagar sin rumbo por las calles.

En poco tiempo, esas pequeñas transformaciones aquí y allí suman una gran trasformación: El barrio hecho por y para los vecinos que lo habitan.

Es cuando entonces aparecen las instituciones que nada querían saber de esos barrios y se acuerdan de ellos, pero no para ayudarlos, sino porque si algo odia el Estado es perder el control de las cosas. No pueden perder el control politico-social, no puede ser que sucedan cosas que no dominan, no lo van a permitir, por lo que ponen en marcha una campaña de criminalización de esa transformación, porque allí no son bienvenidos ( ¿os suena Can Vies? )

No hay como regalar miedo para vender seguridad, ya se encarga el 4º poder del Estado, los medios de comunicación, de incidir en la opinión pública, ya de por si bastante descerebrada, que se creerá a pies juntillas toda la mierda que le diga su gobierno, porque “para eso les hemos votado, para que nos defiendan de la mala gente esa”… ilusos !!! aún no se han dado cuenta de que “su gobierno querido” solo se preocupa de sus propios intereses, los cuales pasan por llenarse los bolsillos a toda costa aprovechándose de esa transformación para la especulación, con la vista puesta en la gentrificación de los barrios de cara al todopermitido turismo y convirtiendo los barrios poco a poco en una ciudad de escaparate, encarecida, insoportable, aglomerada de guiris, donde no tienen cabida sus vecinos.