EL TIMO DEL WORLD MOBILE CONGRESS.
Con este mantra repetido de forma acrítica por los medios de comunicación catalanes (el 4º poder del Estado) nos convencen de la importancia del World Mobile Congress para la ciudad, sin caer en la cuenta que son estimaciones magnificadas por parte de la propia organización, que nos lo pintará todo muy bonito para que piquemos. Pero no dicen las cifras que hay detrás y que asume la ciudad, que es más de lo que se gana.
Para empezar, Hoteles y restaurantes de gamma alta reciben un certamen que no beneficia de la misma manera al comercio de proximidad, tal y como ha reconocido Vicenç Ibáñez, presidente de la Unió de Botiguers de l’Hospitalet, donde se ubicaba el congreso.
Hasta el año 2018 las tres administraciones de la ciudad (Gobierno, Generalitat y Ajuntament) aportarán de las arcas públicas conjuntamente un mínimo de 90 millones de euros, a razón de 5 millones anuales por cabeza, a la Fundación Mobile World Capital Barcelona, la entidad que gestiona todos los proyectos que giran en torno de la capitalidad del móvil (el más visible de ellos es el Congreso).
A esto hay que sumar unos cuantos millones más en costes extra que genera el congreso como seguridad, limpieza y protocolo, entre otros.
Respecto a las exenciones fiscales las empresas que de manera directa o indirecta participen, van desde un 15% en el impuesto de sociedades e IRPF hasta el 95% en el Impuesto de Actividades Económicas (IAE), medidas que no solo benefician a las empresas tecnológicas, si no también a todas la que dan soporte económico al proyecto, que pueden desgravar un 90% de lo que aporten si incluyen la «marca» Barcelona Mobile World Capital en sus anuncios publicitarios.
Y para acabar, sumemos que los congresistas disfrutarán de transporte público ilimitado durante toda la semana gracias a un acuerdo entre el MWC y la Autoridad del Transporte Metropolitano.
Con estas cifras en las bambalinas del Congreso, queda patente que el único beneficio del WMC es solo para los de siempre, hecho que por otra parte es algo lógico, porque el Congreso no deja de ser un escaparate de sus productos, pero que al menos no nos tomen por gilipollas tomándonos el pelo de esta manera tan descarada.