EMILE POUGET: Boca abierta

EMILE POUGET: Boca abierta


Para llevar a buen término todas las operaciones delictivas que el patrono perpetra, no puede actuar solo, le son necesarios ayudantes cómplices, y los encuentra entre los obreros, sus empleados.
Asociando sus empleados a sus maniobras (pero no a sus beneficios), el patrono exige de ellos un total sometimiento a sus intereses y les prohíbe apreciar y juzgar las operaciones y maniobras de su casa, esto no debe importarles en absoluto.
«No son responsables. Desde el momento en que se les paga, no tienen más que obedecer, no les pago por pensar» es la visión burguesa de los patronos.En virtud de tales sofismas, el trabajador debe anular su personalidad, ahogar sus sentimientos y actuar como si no fuera consciente de los actos delictivos. Toda desobediencia a las órdenes dadas, toda violación de secretos profesionales indignos, toda divulgación de prácticas deshonestas a las que se halla sujeto constituiría un acto de felonía por su parte respecto al patrón, ya que si se niega a la ciega y pasiva sumisión, si se atreve a denunciar las villanías a las cuales se le asocia, se considera rebelarse contra su patrón.
Muchas fortunas no se han amasado más que gracias al silencio que guardaron sobre piraterías patronales los explotados que en ellas colaboraron. Sin el mutismo de estos, les hubiese sido difícil, sino imposible a los explotadores llevar a buen término sus negocios, que si han tenido éxito, si la clientela ha caído en sus trampas, si sus beneficios se han engrosado como bola de nieve, es gracias al silencio de sus asalariados.

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